viernes, 27 de enero de 2012

Atucha I y el tiempo

Todos, absolutamente todos, le decían que no continuara con ese trabajo, sin embargo, el sentía lo opuesto. Había esperado tanto ese momento y ahora nadie lo apoyaba. Si bien no estaban dadas las condiciones para desempeñar su función, él lo aceptó igual. Ezequiel, se había recibido de Ingeniero Nuclear y durante dos años había luchado por un lugar en la Central Nuclear de Atucha I.

Su horario era el nocturno, ya que su puesto era de vigilador. Pero insisto, él lo acepto igual.

Bastante alejado de su realidad de Barrio Norte, se lo veía muy contento, pues cada noche al ponerse el uniforme se decía a sí mismo: -qué otra cosa puedo hacer con estos dos meses de vida que me quedan-.

8 comentarios:

fus dijo...

Eleonora te crece en cada una de tus entradas, no me imagino el final que le has preparado a tu relato y como siempre me sorprendes. Enhorabuena.


un fuerte abrazo


fus

Juan Ojeda dijo...

Interesantísimo relato, pensar que un alma depositada en un cuerpo concretamente terminal (ya que de algún modo todos los cuerpos son terminales) se pone a cuidar una especie de bomba atómica suspendida en el tiempo (controlada), y que encima alimenta de luz a las personas; maravillosa metáfora y conjunción, me quedé sin palabras.

Un abrazo.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Un relato con un gran contenido emocional reflexivo, Eleonora.

Sin adjetivaciones innecesarias, trazas una historia que nos sorprende al final y nos lleva a reiniciar la lectura, haciéndonos sonreír cuando releemos el título; como diciéndonos .

Gran trabajo. Mis parabienes.

Un abrazo,

David Cotos dijo...

Realista hombre y luchador.

Sabrina dijo...

De todas formas va a morir y tal vez el baje la palanca no?

Un beso.
Sabri!!

Humberto Dib dijo...

Bueno, yo creo que haría otras cosas si supiera que me quedan dos meses de vida.
Claro, digo esto desde la salud, pues cuando la Parca se nos aproxima a pasos raudos, muy diferente es cómo vemos la vida.
Parafraseando a Sabrina, que baje la palanca y se cargue a unos cuantos.
Un beso.
HD

Dylan Forrester dijo...

Realista desenlace. Me gusta.

Saludos...

Justo Poe, seudónimo del poeta Frank Ruffino dijo...

Eleonora:

Me hizo bien tu relato, ahoritica que buscaba un postre, en esta calurosa hora de "Náralit" mi pueblo del norte de Costa Rica. Ya quedé saciado. Gracias! Mejor un postre literario que un panecillo o chocolate, ¿no crees?

Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,

Justo Poe

P.D. Saludos Humberto Dib!