viernes, 30 de diciembre de 2011

La espera

Mamá dice que la infancia de papá fue muy triste. A mi esa justificación no me importaba. Todos los domingos lo esperaba en el umbral de casa para que me llevara a la plaza a jugar, pues tenía la firme convicción de que me pasaría a buscar en su Ford Falcon último modelo.

Esperando a papi se me pasó la niñez. Hoy, ya superada la etapa de acné en mi rostro, él sigue prometiéndome cosas, pero yo ya no le creo; sin embargo los domingos, sentado en el umbral de casa, suelo esperarlo.

6 comentarios:

Juan Ojeda dijo...

Claro que sí, ese es un molde difícil de superar... cuando la espera no corresponde a una expectativa concreta sino que pareciera una forma de no ir a otro lado...

Y la que convierte esos momentos en absurdas salas de espera es el alma, por más que la mente comprenda perfectamente que su padre no vendrá a buscarlo ningún de domingo.

El espíritu tiene otros tiempos y otras maneras.

Un fuerte abrazo y feliz 2012.

Humberto Dib dijo...

Excellent piece of work, my dearest!
It wasn't worth her (his?) wait, unfortunatly.
Keep on working!
Cheers from London.
HD

David Cotos dijo...

Muchas veces ocurre en la vida real.

Que tengas un gran 2012 lleno de amor y felicidad.

Son los deseos de

David C.

fus dijo...

La ilusiòn es lo ùltimo que se pierde tal vez un dìa aparezca, pero ya no serà igual, seguro que no te gustarà
y desencantada pasaràs pàgina.

feliz año 2011

un fuerte abrazo

fus

anuar bolaños dijo...

Llevo varios días en Mangalú degustando su geometría y sin salir a cazar atardeceres. Me ensancho. Nada que ya no exista, y sin embargo todo es mágico, con ese sabor fluido y a salticos de la cotidianidad en vacaciones cuando el año se cierra.

Duermo más relajado a pesar del calor, liviano y sin culpas, con algunas tareas pendientes pero no urgentes, con un olvido solidario diciéndome que ya estoy a punto de cruzar el puente completamente, es decir, que ya he dejado atrás la porción mayor de mis viejas rabias. Dentro, en aquella región desocupada, un amor de gestos nuevos empieza a tornarse sólido. Es poco lo que planeo o lo que espero. Esperar algo del futuro sería asustarme adrede, y eso a su vez sería como una traición contra mi actual estado de sosiego. Ya no tengo nada que pelearle al pasado, ya mi entendimiento ha encontrado nuevo material para su juegos literarios. Ni siquiera siento necesario hacer balance, mi última estrategia fue tocar de oído largo rato a ver cómo me salía la improvisación, y bien, lo logrado me satisface. Mi corazón se mantiene en su terco norte de expandir su oficio de abrazador, que no es innato sino entrenado. Quisiera poder ser un poco más silencioso, armar frases con menos palabras, brindar una mirada más limpia. Aún no río con soltura. Sigo siendo el que mira por la ventana y en días de lluvia, en días de presente fracturado, de país dolorido, o simple rutina de aprendiz de hombre, recuerdo a los que amo, sollozo en seco, frunzo los labios, suelto un suspiro, y sigo.

Stefania dijo...

Una historia muy realista, Eleonora, esos chicos ya no deberían esperar mas.

Cariños.

Stefi.